Responsabilidad Social Empresarial

El Premio Nobel de Economía de 1976, Milton Friedman, decía:

Pocas tendencias podrían socavar tan profundamente los cimientos de nuestra sociedad como la asunción por parte de los representantes de las empresas de una responsabilidad social que no fuese la de hacer tanto dinero como fuese posible para los accionistas.

 

Cuatro décadas más tarde, y tras la crisis económica, es posible afirmar que las (tan polémicas en su momento) opiniones de Friedman han vuelto a adquirir gran relevancia, extendiéndose la idea de que una nueva forma de percibir la actividad empresarial es posible.

En la actualidad, parece necesario imponerse en la gestión empresarial un enfoque más comprometido con el cuidado del impacto económico, social y medioambiental de las decisiones y actividades de la empresa.

Un enfoque según el cual, la empresa se entienda como una organización abierta a otras necesidades, intereses y/o expectativas que vayan más allá de las de sus accionistas.

Un enfoque que busque el adecuado equilibrio entre Competitividad Empresarial y Responsabilidad Social Empresarial (RSE).

 

¿Qué es la Responsabilidad Social Empresarial?

Habitualmente, la RSE se ha venido planteando desde un doble enfoque.

Uno positivo, ligado a la imagen de ejemplo de gestión avanzada (algo positivo para la propia empresa) y también de gestión humana (que ve a la empresa como una entidad ciudadana y responsable con su entorno social).

Y uno negativo, que asocia la RSE con algo relacionado con la moda, las operaciones de imagen y con algo que supone distraer a la empresa de su actividad.

 

En general, uno de los principales problemas que se origina es que, en muchas ocasiones, siempre que se plantea la cuestión de la RSE, al mismo tiempo, se plantea la necesidad de legitimar o defender dicho planteamiento.

La RSE va generalmente acompañada de la sospecha de ser algo que se utiliza sobre todo por motivos de marketing o imagen.

La sociedad está acostumbrada a que, todo lo que va más allá de lo estrictamente obligatorio por ley, tenga un trasfondo oscuro o doble intención.

Y esto es por lo que la RSE tiene todavía un terreno que andar en muchos contextos.

 

La RSE se define por el Consejo Económico y Social de la UE como la:

Integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores.

 

Por su parte, el Foro de Expertos en RSE del Ministerio de Trabajo estableció en España la siguiente definición:

La responsabilidad social de la empresa es, además del cumplimiento estricto de las obligaciones legales vigentes, la integración voluntaria por parte de la empresa, en su gobierno y gestión, en su estrategia, políticas y procedimientos, de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de respeto a los derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparentes con sus grupos de interés, responsabilizándose así de las consecuencias y de los impactos que se derivan de sus acciones.

 

La RSE supone, por tanto, prestar atención al impacto que el desarrollo de la actividad empresarial produce en los cinco grupos de interés con los que se relaciona, tratando de alcanzar, con todos ellos, una relación justa y equilibrada:

  • Accionistas
  • Clientes
  • Trabajadores
  • Proveedores
  • Entorno y comunidad

 

 

 

Por ello, no debe ser entendida ni como un comportamiento altruista por parte de la empresa ni como un instrumento publicitario para mejorar su imagen, sino como una forma de gestión de la organización que implica su colaboración con la sociedad, incorporando las preocupaciones de ésta como parte de su estrategia de negocio.

En resumen, la RSE se caracteriza por:

  • Una práctica empresarial responsable
  • El compromiso con iniciativas voluntarias que van más allá de lo exigido por la legislación y por las obligaciones contractuales adquiridas
  • Su integración en la gestión y estrategia empresarial, pues la RSE no son actuaciones puntuales y aisladas
  • El desarrollo de actuaciones beneficiosas para los diversos grupos de interés con los que la empresa se relaciona
  • La obtención simultánea de beneficios financieros, sociales y ambientales y la mejora de la competitividad de la empresa

 

Visiones empresariales de la RSE

En la imagen siguiente se resume, de forma gráfica, las diferentes formas en que se percibe la RSE desde el punto de vista empresarial:

 

Aquí se observan 4 posiciones claras, sin perjuicio de sus posiciones intermedias.

  • Visión clásica de la RSE

La RSE se percibe como un coste para la empresa que va en contra del principio de la optimización del beneficio.

  • Visión socioeconómica

Acepta adoptar en determinado grado la RSE en la medida que pueda aportar beneficios para la empresa.

  • Visión filantrópica

Según este enfoque, la empresa estaría de acuerdo en participar, por razones altruistas, en actividades de RSE, aunque sean percibidas globalmente como un coste para la empresa.

  • Visión moderna

En los casos en los que la empresa hace de la RSE un aspecto estratégico en el largo plazo para la mejora de su competitividad.

 

Ventajas de la RSE

Las políticas de RSE proporcionan, sin duda, una serie de beneficios o ventajas para las empresas. Éstas pueden analizarse desde un doble enfoque:

Ventajas internas:

  • Personal más motivado e implicado, que aporta más a la empresa
  • Mejor del clima laboral
  • Mayor productividad
  • Ahorro de costes
  • Sostenibilidad del negocio

 

Ventajas externas:

  • Mejor reputación de la marca
  • Mayor fidelización
  • Mayor satisfacción del cliente ante un producto de calidad
  • Mejores relaciones con la comunidad local
  • Mayor prestigio de la empresa en la sociedad

 

Conclusión

Aunque la mayoría de las definiciones hacen referencia fundamentalmente a las empresas, los principios básicos de la Responsabilidad Social Empresarial son aplicables a todo tipo de organizaciones, ya sean empresas, administraciones públicas, sindicatos u ONG, entre otras.

Pero, en cualquier caso, para su generalización y aceptación será necesario cambiar la visión que se tiene de la misma. Se debe partir de ver la RSE, no como algo “que debe ser”, sino como “algo bueno para la empresa”, como fuente de ventajas competitivas.

Se trata de una cuestión de motivación. Si las empresas tuvieran el convencimiento de las “bondades” que proporciona la RSE, sería más sencillo hacer propuestas y promover actividades dirigidas a fomentarla.

 

Además de contribuir a la sociedad, a la conservación y protección de los recursos naturales y al medio ambiente en general, la responsabilidad social empresarial resulta, en muchas ocasiones, también favorable para la empresa en términos económicos, representando una inversión que repercute en beneficios financieros, produciendo retornos en el medio y largo plazo.

Se trata, simplemente, de situarla junto con el resto de políticas de la organización. Es decir, que la RSE no sea un simple conjunto de líneas independientes de otras acciones, sino parte de una visión integrada, un elemento más como lo es la calidad, la innovación, la competitividad, la internacionalización, etc.

 

Por suerte, la RSE se está transformando, cada vez más, en un elemento estratégico de gestión debido al creciente poder y preocupación de los consumidores que, cada vez en mayor medida, ejercen su poder en la decisión de compra, adoptando posiciones de consumo responsable.

Cada vez más, la sociedad vigila la ética y responsabilidad social empresarial, tanto a través de medios tradicionales (asociaciones, sindicatos,  organizaciones de consumidores, etc.), como los que proporcionan las nuevas tecnologías (reputación online en internet, etc.).

 

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