Diariamente acudimos a la tienda del barrio, al supermercado o incluso a unos grandes almacenes y nos vemos rodeados por una gran cantidad de precios no redondos, es decir con varios decimales, probablemente terminados en “,99” o en “,95”.
Esto se engloba dentro de la estrategia de precios psicológicos. Os animo a introduciros en este concepto, viendo el siguiente vídeo explicativo:
http://youtu.be/zBkyCGNlvtY
Como probablemente no sea suficiente la explicación que en el anterior vídeo se puede ver, os animo a que completéis la formación sobre este tema, accediendo al siguiente enlace: PRECIOS PSICOLÓGICOS
Dentro de este tipo de estrategias de fijación de precios, en función de condicionantes psicológicos del cliente, existe una especialmente curiosa, es la táctica del precio impar (odd price), que se basa en la utilización de precios con decimales terminados en números impares (normalmente el 5 o 9). Debido al uso de esta estrategia de marketing, un producto o servicio que nos cueste 2,99 resulta más poderoso psicológicamente que uno que cueste 3 euros; y no resulta raro que al preguntarle al consumidor sobre el precio del artículo diga “me costó dos euros y pico”. El número impar resulta psicológicamente rompedor y al no parecer redondo tendemos a verlo como algo diferente, que llama la atención y en general como una oportunidad. También pueden utilizarse este sistema para luchar contra una imagen de marca “cara”, pretendiendo mostrarse más accesible a nivel económico.
Resulta evidente que esta estrategia es efectiva, ya que viene usándose con asiduidad desde hace muchos años, pero el hecho de que sea así de efectiva es lo que resulta más absurdo, ya que demuestra lo sencillo que resulta a veces engañar y/o condicionar la compra de un cliente, usando únicamente una de las 4 estrategias del marketing-mix; como es, en este caso, el precio.
Podemos comprobar, de un modo más adecuado, lo afirmado anteriormente describiendo una situación que muy probablemente todos hemos vivido en más de una ocasión. Imaginémonos entrando en nuestro Centro Comercial habitual; y, estando en la zona de electrodomésticos nos paramos delante de los microondas, el cual nos haría relativa falta; entre las alternativas disponibles tenemos uno que vale 60€, otro 50€ y otro 49,99€; si nuestro único criterio a la hora de decidirnos es el precio, vamos a decantarnos, casi seguro, por el que cuesta 49,99€; a pesar de que la diferencia con el siguiente es de 1 solo céntimo. Posteriormente a la hora de pagar, lo hacemos en metálico con un billete de 50 (un importe bastante considerable), del cual recibimos de vuelta de la cajera esa pequeña moneda de cobre, la cual en muchas ocasiones incluso rechazamos por ocupar espacio y peso en la cartera sin tener apenas valor.
Es precisamente ese mismo insignificante valor el que nos ha hecho decidirnos por ese producto y no por el otro de precio muy similar.
El hecho es que aún siendo conscientes de todo esto, la gente continua asociando los precios impares al hecho de la oportunidad, la rebaja y la oferta, que puede hacerle conseguir un producto en teoría más caro (o de una marca superior) a un precio muy interesante. Además, es probable que cuando lleguemos a casa y nos pregunten cuánto nos ha costado, responderemos: “Me ha costado cuarenta y pico euros”.
Es por todo esto que, como consumidores, deberíamos ser más conscientes de las técnicas, que sobre nosotros se emplean sin que apenas nos demos cuenta, para poder actuar de una forma más racional a la hora de realizar nuestra próxima compra.