En la actualidad, cuando hablamos de fuga de cerebros, la imagen que lamentablemente nos viene a la cabeza es la de personas altamente cualificadas abandonando su país en dirección a otros lugares donde sepan aprovechar su talento.
Su causa: en la mayoría de los casos, la falta de oportunidades de desarrollo en las respectivas áreas a las que cada individuo se puede dedicar.
Pero en todos ellos, la fuga de cerebros significa siempre una pérdida para el país de origen.
Desde el punto de vista de la educación en España: la pérdida de este talento puede hipotecar su futuro.
A lo largo de la historia y a nivel mundial siempre hubo fuga de cerebros. Países en vías de desarrollo o en conflicto de distinto tipo se han visto involucrados en una migración masiva de personal altamente calificado.
Este fenómeno, denominado de forma “simpática” por algunos de nuestros políticos como Movilidad Exterior, va en aumento. Año tras año, más españoles abandonan nuestro país y, para hacernos una idea de lo que nos espera en un futuro no muy lejano, debemos regresar al pasado. Más concretamente, a la década de los 60.
En esa etapa se produjo la mayor estampida de españoles al extranjero. Se calcula que unos dos millones de personas emigraron a Europa, concretamente, a Alemania y a Francia, tal y como está sucediendo en pleno siglo XXI.
Pero en este caso se producen importantes diferencias con respecto a los emigrantes españoles de los años 60. Ahora se van mucho más jóvenes y mejor preparados. Muchos con una o varias carreras y hablando varios idiomas.
Esto es la Fuga de Cerebros.
En los años 60 no fue así. La gente emigraba por la situación nefasta en la que había quedado el país tras una posguerra. Los hombres y las mujeres que emigraban tenían escasa preparación, pero acudían a los países de destino con un contrato formalizado antes de la marcha.
Estos emigrantes trabajaban de sol a sol, pudiendo ahorrar, en algunos casos, mucho dinero.
Los jóvenes de hoy no son tan afortunados. Los que emigran ahora tienen mucha suerte si el sueldo que cobran les llega para poder sobrevivir allí.
Sin perjuicio de todo ello, hay un dato importante, aunque no tiene por qué resultar determinante en este tema. Y éste es la intención de retorno de los jóvenes. Pero claro, siempre dependiente de la evolución del país y de la mejora la tasa de desempleo.
Pero mientras nuestros jóvenes talentos estén fuera, ¿quién se ocupa de mejorar nuestra competitividad? ¿Quién llevará a cabo la labor de investigación en las universidades? ¿Quién se encargará de formar a las nuevas generaciones?
¿Qué es mejor para el sistema educativo: modificar la ley que lo regula en cada legislatura o abogar por una política de retención del talento?
En fin, simplemente se trata de una reflexión “en alto” que quería compartir con todos vosotros.
A Twitter directo para q lo lea más gente y se de cuenta de esta realidad tan triste.
Hola !!
Nos alegramos de que el artículo haya sido de tu interés y, por supuesto, que lo haya tanto como para querer compartirlo.
Gracias por tu aportación.
Un saludo.