Cuántas veces no nos habremos girado buscando la procedencia de un olor a café o pan recién hechos, o cuántas veces, al entrar en una tienda, su olor nos ha evocado una experiencia de nuestra infancia.
Estamos ante una de las evoluciones del Marketing más novedosas: el Marketing olfativo.
La publicidad, en su constante labor de buscar nuevas estrategias para atraer a potenciales clientes, ha encontrado una nueva forma de seducir: a través del olfato.
Te invitamos a conocer más sobre esta herramienta.
Estamos ante un mercado cada vez más saturado por infinidad de reclamos publicitarios.
Sin embargo, más del 80% de las comunicaciones comerciales apelan solamente al sentido de la vista o del oído, dejando el resto para los demás sentidos.
Las empresas usan colores y formas para definir su logo o imagen corporativa, conocemos las melodías que emplean en sus campañas publicitarias pero, ¿qué sucede con el olfato?
Numerosos estudios han demostrado que lo que olemos es, significativamente, más influyente en nuestro humor y emociones que ningún otro sentido.
A través de la nariz, recordamos más de 10.000 aromas. Memorizamos siete veces más lo que olemos que lo que vemos.
Al percibir un aroma agradable, respiramos profundamente, el cuerpo tiende a relajarse y la actitud se vuelve más positiva.
Con todo ello, las empresas han descubierto el negocio que pueden suponer los aromas personalizados para atraer y cautivar al cliente. El objetivo se centra en seducir el sentido del olfato.
El Marketing olfativo pretende asociar un determinado aroma con los valores o imagen que desea transmitir la empresa. Un simple aroma permite:
- – Crear una imagen
- – Crear comunicación
- – Crear un ambiente
- – Crear una experiencia
Con un sencillo “golpe de nariz”, el cliente relacionará el producto o servicio con la idea, concepto, mensaje, etc., que le interese a la empresa.
Se trata, por tanto, de una forma de diferenciación y de atraer la atención de los consumidores, ante la presencia de unas audiencias cada vez más fragmentadas, utilizando lo que se denomina el recuerdo asociativo.
Se trata de que entre en juego la emoción y no la razón. De hecho, la información que capta el olfato, se reconoce por el sistema límbico y el hipotálamo, regiones cerebrales responsables de las emociones, sentimientos, instintos e impulsos, y almacenes de la memoria.
Una sensación agradable ayuda a que los clientes se sientan más cómodos en el punto de venta, permaneciendo más tiempo e incentivándolos a la compra.
Además, en la actualidad, esta disciplina ha supuesto el descubrimiento de un importante nicho de mercado, surgiendo diferentes empresas especializadas que ofrecen servicios de consultoría sobre Marketing Olfativo.
Llevan a cabo el estudio, desarrollo y aplicación de aromas con el fin de incidir positivamente en la decisión de compra de los clientes y en el rendimiento de los empleados.
Y, aunque su finalidad desde el punto de vista del Marketing es, obviamente, comercial, también se ha empleado en otros ámbitos.
Uno de los ejemplos más significativos es el caso del Xanit Hospital Internacional, de Benalmádena (Málaga), que ha utilizado el Marketing olfativo con el fin de influir positivamente en el ánimo de los trabajadores y transmitir sensaciones positivas a los pacientes.
El hospital, tras consultar a sus pacientes, ha elegido el olor a talco que, según explican desde su departamento de comunicación, es un olor muy suave que trae recuerdos de la infancia.
Con ello, este hospital ha conseguido que se respire, literalmente, tranquilidad en sus salas de espera y consultas.
Y tu marca, ¿qué aroma tiene?